viernes, 28 de noviembre de 2014

Palabras del Párroco

Queridos feligreses:

“El Adviento”

El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, empieza el domingo más próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.
El término "Adviento" viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El color usado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado. Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico en la Iglesia, 
El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.
Se puede hablar de dos partes del Adviento:
Primera Parte
Desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos;
Segunda Parte
Desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en las historia, la Navidad.
Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesias ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.
El Misterio de la Encarnación
La Iglesia, encargada como está por el mismo Dios de santificarnos, tiene establecida en su Ciclo litúrgico un método de santidad cuyo fin es hacer nuestras almas semejantes a la de Jesús, ya que el Padre nos tiene “predestinados” a ser conformes a la imagen de su Hijo” (Rom. 8, 29).
Por eso cada año la liturgia celebra los diferentes aniversarios de los sucesos principales de la vida del Salvador, contemplando vividas las virtudes que el Divino Maestro Practicó: de manera que sigamos siempre practicando más de sus saludables efectos. Cada tiempo litúrgico representa una nueva fase de la vida de Jesús y nos trae consigo gracias especiales. Importa, pues, conocer cuál sea el espíritu peculiar que a esos Tiempos caracteriza y abrigar siempre en nuestra alma las disposiciones debidas, si queremos aprovecharnos de la eficacia que les es propia.
Si tal hiciéramos todos los días del año, la Iglesia, que es nuestra madre, nos guiará hasta el cielo, nos irá santificando de una manera metódica, y glorificaremos a Dios “según la inmensidad de su grandeza”, como el Salmista dice. De ahí la gran eficacia de la oración litúrgica, oración oficial de la Iglesia, y por lo mismo un poderoso sacramental.

Vuestro Párroco
Pedro José Pérez Rodríguez




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